En una oportunidad mi abuela, nacida en Castro Caldelas, Ourense, Galicia, España me contó una breve pero significativa historia que involucro al cura del pueblo y a una devota vecina. Corría el año 1949 cuando una señora de nombre Conchita se presentó en la iglesia y le pidió al Cura Don José que escuchara su confesión. Cano, de regular estatura, importantes cejas y llamativa delgadez, el párroco de algo mas de 70 años invitó a la cuarentona cristiana a ingresar al confesionario..."dime hija, que pecado has cometido?”…"padre he difamado a Sara, la recuerda?...la que festeja con el Javier, hijo de Don Antonio, el carpintero”…"si, si, la conozco”… dijo el párroco…"y en que forma la haz ofendido?”…inquirió…"es que alguien me dijo que le estaba metiendo cuernos con el Joselito”…"el hijo de la Clara?”…dudó el cura…"si ese mismo”.confirmo Conchita. Y ampliando agregó: “yo esto lo comenté con Doña Longina, la de la despensa, y ud la conoce bien, ahora todo el Castro habla de Sara…y me siento pésima por que Doña Clara me dijo que Sara la visitaba para ayudarla en sus quehaceres y ahí me di cuenta que no frecuenta a Joselito sino a su madre…”. “he pecado padre y le pido perdone mi falta, rezaré tantos padrenuestros y avemarías como ud me diga”, se apuro buscando absolución.
Don José, luego de unos segundos de silencio y con su entabacada voz le dijo…"Conchita, hija, Dios es misericordioso y para compensar tu falta deberás ir hasta tu casa, toma una de tus gallinas y tráemela, pero mientras caminas hacia aquí quitale todas las plumas”…Conchita, sorprendida por la pena recibida, le pregunto.."quiere que traiga una de mis gallinas y mientras camino hacia aquí debo sacarles todas las plumas?”…"si, así es, creo haber sido claro”, sentenció el párroco con algo de fastidio.
Así fue como Conchita regresó a su morada, distante diez calles, tomo una de sus gallinas y obedientemente fue desplumando el animal conforme recorría el kilómetro hasta la Iglesia. Al llegar, ofreció el bípedo ya implume al párroco…"tenga Padre, aquí esta la gallina, desplumada, como me lo pidió”…luego de una rápida inspección Don José asintió conforme mientras Conchita se dispuso a escuchar las palabras que darían por cerrado el incidente. Luego de un breve y silencioso lapso de tiempo…el cura frunció el ceño y espetó…"ahora regresa, junta todas las plumas y tráemelas".Conchita, confundida y perpleja se quejó…"pero Padre, eso es imposible, como podría recuperar todas las plumas, la mayoría se las debe haber llevado el viento”…"así es Querida Conchita, tan imposible como evitar las consecuencias de tu imprudencia” ,sentenció el desgarbado clérigo y concluyo…”Dios te perdona, por que nos sabe imperfectos …pero reparar el prestigio de Sara es muy difícil…el viento ya hizo su trabajo”…