19 de junio de 2009

Proveedor de estrellas...

Caminaba por la empedrada vereda de aquella plaza dormida en el tiempo cuando al querer encender su primer cigarro del día comprobó que no tenía encendedor. Joder! a esta hora no hay ningún kiosko abierto - pensó -. A no mas de una veintena de pasos un hombre de pelo cano fumaba un enorme cigarro...parecía ser, junto a él mismo y un par de perros los únicos seres vivos del pueblo. Se acerco y cortésmente le pidió fuego. El anciano de amarillentos bigotes inmediatamente sacó de su campera de nylon gris oscura una cajita de fósforos y extendío su brazo acompañado de un "aquí tiene". En verdad no cruzaba palabra alguna con nadie desde hacía horas y se vio tentado a entablar una breve charla con el viejo. "Usted sí que es madrugador eh?"- inició el viajero-..."no señor"-respondió- y agregó: "ya me voy a dormir, hoy tuve una noche con mucho trabajo, porque después de llover el cielo esta mas limpio que nunca y de noche las estrellas se ven en mayor número y con mas claridad". Definitivamente el comentario del anciano convocó toda la atención del joven quien, mientras encendía su cigarrillo le pregunto: "usted que hace, digo, de noche?, "soy proveedor de estrellas"- respondió el viejo inflando su pecho de aire fresco al tiempo que sacaba de su otro bolsillo unos binoculares de juguete-. "proveedor de estrellas?"-sonrió el joven-, "si, si, ese es mi trabajo!"-ratificó el viejo-. "no quiero parecer irrespetuoso pero...que tipo de trabajo es ese?, en verdad jamas oí de un trabajo de ese tipo"-cuestionó el joven-..."es que somos pocos los que tenemos tamaña responsabilidad, es natural que no sepa de esta profesión"-sentenció el viejo con cierta arrogancia para luego dar una profunda pitada a su cigarro-. "joven, cual es su nombre?", "Juan" - respondió -"y el suyo?, "Miguel, me conocen como Don Miguel" - explicó siempre sentado en el banco de la plaza al tiempo que su rostro se iluminaba con los primeros rayos de sol-. "Vea Juan, le voy a explicar por que me parece que usted no entiende bien lo que hago" -dijo Don Miguel mientras el muchacho asentía con su cabeza - y continuó: "cada vez que alguien le regala una estrella a su ser amado necesita de otro que se la provea, es ahí donde aparezco yo para colaborar con el enamorado, le muestro el listado de estrellas disponibles, imagínese - extendiendo sus brazos de lado - muchas ya fueron entregadas de manera que debo actualizar el listado permanentemente, es muy difícil por que además estan clasificadas por su tipo, magnitud, tamaño, distancia..."-Don Miguel suspiró profundo y su mirada se perdió en el suelo-. Juan, que a estas alturas creía estar charlando con el viejo mas loco de la tierra, quiso saber mas..."y digame Don Miguel, tiene aquí un listado actualizado?, tal vez necesite regalar un estrella". El viejo regresó su mirada hacia Juan y mientras una leve mueca pintaba su cara sacó del bolsillo interno de su vieja campera gris oscura una pequeña libreta negra. "elija la que guste Joven", y le entregó la libreta. Pronto el Juan comprobó que la libreta tenía todas sus hojas en blanco, pero pretendiendo tener ante si un detallado listado de estrellas disponibles continuó: " quisiera regalarle a mi mujer -apuntando en cualquier lugar de una de la hojas de la libreta - esta!" y puso la libreta frente a los ojos del anciano. Don Miguel, meneando su cabeza dijo entristecido: " no, esa no va a poder ser, unos minutos antes de que usted llegara una madre me pidió justo esa estrella para que su pequeño hijo depositara en ella el recuerdo de su papa muerto" y agrego: "esa es la parte mas dura de este trabajo...a los niños les hace bien saber que cuando un ser muy querido se va de aquí estará para siempre en una estrella, de esa forma les resulta menos doloroso y, cuando quieren, les basta con mirar al cielo para volverlo a ver, aunque -agregó- con el paso de los años dejan de mirar al cielo...en verdad no se por que la gente cuando crece deja de mirar al cielo...no deberían nunca dejar de mirar al cielo!"-sentenció-. Don Miguel miró en distintas direcciones y, con cierta dificultad, de incorporó, y finalmente agregó: "vea Joven, usted realmente me simpatiza, de manera que le voy a dar, si me lo permite, un buen consejo...no ande por la vida regalando estrellas sin ton ni son, regalar una estrella es algo serio sabe? por que todas la noches esta ahí, en el cielo, y si usted regala una a la ligera, sin la debida mediación de un proveedor de estrellas, y luego deja a esa persona, ella, cada vez que mire el cielo se acordará de usted y eso puede ser muy bueno, pero también podría ser muy malo..me entiende?...pienselo bien y cualquier cosa estaré aquí mismo esta noche y podrá elegir otra estrella para regalarle a su mujer" -golpeó suavemente el hombro derecho de Juan, sonrió y se fue-. El viejo bar de la esquina, frente a la plaza, abría al tiempo que un fresco aroma a café llenaba el aire...Juan cruzo la calle y al girar su mirada Don Miguel ya no estaba, tal vez lo volvería a ver en alguna otra noche muy clara, probablemente después de una tormenta.